Para la mayoría su nombre es una marca, 2 letras entrelazadas y marcadas a fuego sobre algún lujoso baúl o bolso femenino, cuyo precio puede equivaler a un salario mensual elevado.
Pero Vuitton existe, avalado por una larga tradición familiar, vive en el Bois de Bologne, a 100 kilómetros de Paris y es el director de la más mítica casa de marroquinería del mundo: Luis Vuitton. Un día quiso ser veterinario, pero el destino del tataranieto de aquel mozo que el siglo pasado deslumbró a la española emperatriz francesa Eugenia de Montijo con sus distinguidos baúles de viaje, era trabajar en casa. Patrick acató sin rechistar. Hoy su imperio llega a los cinco continentes, con locales en las ciudades más importantes del mundo. Y él no alardea de emperador, sino de manitas que atiende pedidos tan pintorescos como maletas para transportar champaña, batutas, vajillas o bastones. Hoy son adictos a sus creaciones, Kevin Costner, Madonna, Keith Richards, Jennifer López, entre otros, como lo fueron en otra época Chanel, Alfonso XII o Hemingway.
Patrick Louis Vuitton, que junto a diseñadores de talla internacional como Marc Jacobs ha logrado mantener la empresa asociada al lujo y la exclusividad.
Cada temporada se producen diferentes bolsos de ediciones limitadas, sólo disponibles con reserva previa en las grandes tiendas de Louis Vuitton Además, la compañía controla la distribución de sus productos con investigadores externos y un equipo de abogados que trabajan a tiempo completo para luchan contra la falsificación.
¿Qué sabes tú de Louis Vuitton? ¿Te gusta?
genial por el fracasado veterinario
¡Magnifico reportaje y vídeo!. Una firma importante para gente importante.