Su nombre adquirió fama internacional en los años sesenta, con la creación de la minifalda. Juntamente con los Beatles, Mary Quant fue quien más contribuyó a crear y vender una nueva imagen británica. Una de las pocas diseñadoras británicas que fue condecorada por la reina Isabel II de Inglaterra.
Su estilo extremadamente sencillo y colorista, identificado por el símbolo de la margarita, contrastó con la seriedad de la moda imperante. Con su Chelsea look (estilo Chelsea), fue la primera en crear ropa específicamente pensada para jóvenes. Insatisfecha con lo que otros manufacturaban, empezó a diseñar sus propios modelos con telas baratas. En un país en que la moda era exclusiva de modistos privados o importada de Francia, su iniciativa constituyó una exitosa novedad. Pero quizás lo más revolucionario fue que sus modelos eran comprados, como ella misma dijo, «lo mismo por hijas de duques que por hijas de trabajadores del puerto».
Su ropa simple, luminosa y atrevida refleja toda una época, con sus estrechos jerseys de punto, pantalones de campana, guantes de malla y sombreros de piel. Mary Quant lanzó la minifalda (aunque su paternidad se la disputan Quant y el modisto francés Courrèges), las medias estampadas, las botas altas por encima de las rodillas, los tops calados y los impermeables de colores chillones, además de diversas líneas de perfumería y cosméticos. Gracias a sus precios asequibles y a su estilo juvenil y rebelde, consiguió un impresionante éxito comercial.
Inspirándose en la juventud, sus modelos más famosos se basan en el atuendo de las colegialas: faldas cortas de tablas, calcetines blancos y zapatos con tiras en los tobillos. El modelo del nuevo ideal de belleza de la mujer-niña es la nueva reina de Inglaterra, la maniquí británica Leslie Hornby, conocida como Twiggy. Con su cuerpo adolescente, piernas larguiruchas y busto casi inexistente, este nuevo ideal femenino planteó un fuerte contraste con el voluptuoso arquetipo de los cincuenta. En los años setenta diversificó sus actividades y entró en el mundo de la cosmética y el diseño textil.
Con sus 70 años, vive en las afueras de Londres y trabaja como consultora de la empresa que lleva su nombre. Mantiene el peinado del estilista Vidal Sassoon que fue su marca registrada y conserva el mismo aire ingenuo con el que revoluciono la moda en la década de 1960. Su gran frustración, ha dicho, es no haber visto a la ex primera ministra Margaret Thatcher luciendo una de sus creaciones.
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