La palabra friki, como tal, es una adaptación al español de la voz inglesa freaky, un adjetivo empleado coloquialmente para referirse a algo o alguien extraño o excéntrico. Un freak, en este sentido, era el tipo de personas que participaban en los espectáculos de fenómenos (o freak shows) de los circos o ferias, populares sobre todo entre los siglos XIX y XX, como el enano, la mujer barbuda, los tragasables, el hombre elefante, el gigante, etc.
En español, el concepto de friki se ha convertido en un estereotipo social para referirse a los individuos que presentan comportamientos o actitudes que se salen de lo convencional, y lo reflejan en una forma de vestir a veces inusual o pintoresca y en su entrega de manera obsesiva y desmesurada a ciertas aficiones.
Los frikis, por lo general, se caracterizan por tener gustos e intereses sobre temas relativos a la imaginación, la creatividad y la inteligencia, que muchas veces resultan extraños para la sociedad donde se desenvuelven. Son personas introvertidas, amantes de los videojuegos, los cómics, la literatura, el cine y la televisión, particularmente cuando son de tema fantástico o de ciencia ficción, y debido a esto muchas veces son considerados personas infantiles o inmaduras. No obstante, en ocasiones, desarrollan tal nivel de conocimiento sobre sus temas de interés que se convierten en auténticos expertos en la materia.
En las últimas décadas, los frikis han llegado a constituirse como una auténtica subcultura, que reúne a una numerosa comunidad de personas con intereses, actitudes e ideas en común. Incluso, se celebra el 25 de mayo el Día del Orgullo Friki, con diversas actividades, como proyección de filmes clásicos de ciencia ficción, concursos de disfraces y torneos de videojuegos.
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