El conocido refrán “nunca llueve a gusto de todos” tiene una honrosa excepción, que sin duda ignoraba el filósofo que lo acuñó. Esta excepción se da en Honduras anualmente, aunque, eso sí, una sola vez por año, entre los meses de mayo a julio, en los que da inicio la temporada lluviosa en la zona norte de Honduras, concretamente en Yoro. Es la conocida como “Lluvia de Peces”, que no es otra cosa que una tormenta de dos o tres horas de duración con vientos huracanados y actividad eléctrica, y que una vez que se detiene la precipitación aparecen cientos de pececillos traídos por la lluvia, que la gente sale a recolectar en charcos y calles.Debido a la fuerza de los vientos, reconocen que se trata de un fenómeno sin explicación. Como los peces encontrados son completamente ciegos, los científicos creen que los peces de Yoro no caen del cielo y consideran que las fuertes lluvias anteriores a su aparición probablemente obligan a los pececillos que viven en corrientes subterráneas a salir a la superficie.
Una leyenda local establece que la «Lluvia de Peces» es una bendición otorgada al pueblo de Yoro por el padre José Manuel de Jesús Subirana, un misionero español que visitó la zona en 1860 y oró por los pobres de la región que padecían hambre, pidiendo a Dios que les proporcionara comida.
Cualquiera que sea la explicación, la «Lluvia de Peces» es un hecho que llena de orgullo a los yoreños, ya que es parte de su historia y folklore.
Me ha encantado la noticia y el comentario: Manuel Menjibar, abriendo brecha!. Ja ja.