Los Yipnis o Jeepneys son medios populares de transporte emblemáticos de Filipinas, que tienen rutas fijas. Los primeros jeepneys fueron inicialmente todoterrenos de los soldados estadounidenses de la Segunda Guerra Mundial. Tras la Guerra, los filipinos los reutilizaron como transporte público, instalándoles asientos y pintándolos de colores extravagantes.
Suelen circular tan repletos de pasajeros que funcionan muy curiosamente: se entra por la parte trasera donde, por supuesto, no hay puerta; si queda sitio, se sientan en una de las filas de asientos de los lados, si no, tranquilo que te ponen unos taburetes en mitad del pasillo. Así, hasta rellenar completamente su interior. Suerte que no hay cristales en las ventanas, pues se agradece el aire que entra por ahí. Si el jeepney viene lleno y no quieren esperar al siguiente, se pueden enganchar por fuera, al lado de la puerta, o subirse al techo. Al no tener paradas definidas, la cosa se complica cuando se quieren bajar, aunque lo solucionan fácilmente: tocan en el techo con la mano o con una moneda, o gritan «para». Sí, ésta es una de las palabras procedentes del castellano que aún se usan en Filipinas.
La forma de pagar también es curiosa, simplemente pasan las monedas a quién tengan al lado, hasta que lleguen al conductor. Si esperan cambio, llegará del mismo modo. Como es utilizado por los filipinos a diario, es muy barato. Así, por ejemplo, moverse dentro de Cebu City o Manila suele costar 8 pesos, unos 0,15 euros.
No deja de ser, con sus curiosas pinturas, una atracción turística.
Hay que tener valor para montar en esas tartanas de autobuses. Bueno, la decoración al menos es original.
Me ha encantado. De verdad es interesante.
¡Qué interesante!