Bernarda y su gran co…razón

A lo largo de la historia, hemos oído expresiones, como la que nos ocupa, cuyos orígenes se mueven entre una mezcla de leyenda y realidad. Pero, ¿quién fue realmente La Bernarda?

Averiguar el comienzo de tan célebre cita es una ardua tarea con imposibles resultados, toda vez que son varios los lugares que se autoproclaman como nacimiento de la expresión. Estas zonas son Sevilla, Granada y Ciudad Real, espacios por los que la mítica Bernarda hizo fama con  una parte de su cuerpo.

La versión sevillana da como bueno que se trataba de una prostituta andaluza que vivía en la Sierra Sur de Sevilla, en lo que quedaba de banda morisca tras la conquista de Granada,  y ejercía la prostitución, muriendo por castigo divino. ¡Nada más y nada menos!.

La Alpujarra granadina se erige como nacimiento de la leyenda. Cuenta la historia que, en el siglo XVI, una santera, hija de reyes llamada Bernarda, recorría los pueblos de la zona con tablillas de oraciones y que poseía cierta fama de curandera. En la versión de Granada se cuenta incluso que a Bernarda se le apareció San Isidro, quien tocó “el coño de la Bernarda” y lo convirtió en milagroso y sanador.

En algunas zonas de Ciudad Real es conocida otra explicación de la leyenda, que comparte numerosos elementos con la granadina, como la fecha –siglo XVI- y dedicación por la santería. La Bernarda manchega es, en este caso, una curandera humilde que vive como eremita en las cercanías de Sierra Morena. Acogía a pastores a los que curaba los animales enfermos, siempre y cuando tocaran tan nobles partes.

Lo que queda claro es que las tres leyendas reflejan una clara crítica a un momento y unas circunstancias determinadas. Son narraciones en las que la religión y la santidad quedan ridiculizadas ante la ‘efectividad’ del sexo femenino, capaz de realizar milagros, de doblegar a una institución con un poder e influencia enormes en la época. Sea cual fuera la realidad, la tal Bernarda debió de triunfar con sus atributos, allí donde estuviera.bernarda

 

6 comentarios sobre «Bernarda y su gran co…razón»

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