La magia es una ciencia extraña… siempre regida por las leyes del asombro.
La primera referencia a prácticas mágicas que se tiene aparece en un papiro en la corte del faraón Keops. Los magos eran figuras indispensables en palacios y templos; sus facultades de sanación, adivinación y contacto con el más allá servían para atraer y dominar a las masas.
Harry Houdini es uno de los ilusionistas más célebres de todos los tiempos. Se sirvió de estrategias de comunicación y de todos los medios a su alcance, incluyendo la prensa, la publicidad, la radio y el cine, para hacer su imagen reconocida en el mundo entero. A diferencia de muchos colegas de profesión, nunca atribuyó un origen fantástico o místico a sus trucos y se empleó a fondo en estudiar y divulgar las bases racionales en las que se apoya la magia.
Colgado por los pies desde edificios elevados y atado de pies y manos y con una camisa de fuerza, lograba librarse ante el público de sus ataduras. mostró una pasmosa habilidad para deshacerse de las cuerdas o esposas con que se hacía atar o salir de baúles cerrados con cadenas y candados.
Se encerró en embalajes, sacas de correo de cuero, sacos de papel, ataúdes, cestas de mimbre, cajas de piano de estaño, escritorios atados, barriles, cajas de cristal y en una caldera de vapor de acero. El resultado siempre asombroso, con métodos muy simples y perfectamente naturales.
En una de sus exhibiciones más impresionantes logró salir, en menos de un minuto, de una caja sellada con acero y arrojada a las aguas del puerto de Nueva York. Su fama aumentó tras aparecer, entre 1916 y 1923, en numerosas películas.
Aunque hoy en día la superstición es minoritaria, el poder de seducción de lo inexplicable se mantiene intacto. La magia perdura y puede ser considerada una ciencia que nos permite experimentar nuestras limitaciones, comprenderlas e incluso superarlas.