En siglos pasados, la historia de Irlanda ha estado marcada por el hambre, las miserias, los enfrentamientos con los británicos, el sistema de latifundios y dueños explotadores y, sobre todo, la aparición de una plaga en el cultivo de la patata, que era el alimento básico para la mayoría de la población. Por ello, durante años los habitantes de este país se han visto obligados a abandonar su patria y convertirse en eternos emigrantes.
La emigración del pasado, a países como Estados Unidos, Australia e Inglaterra, queda patente en un conjunto de esculturas de Rowan Gillespie, que representan a un grupo de campesinos durante la denominada “Gran Hambruna de Irlanda” que provocó la muerte de cientos de miles de personas. Estas estatuas evidencian el sufrimiento y el lento caminar de una generación que tuvo que abandonar su tierra en busca de un futuro mejor. Hay que decir que observar las figuras de cerca es un espectáculo sobrecogedor por su realismo. Sus ropas, sus gestos, sus siluetas contrastan con las modernas edificaciones de oficinas que se han erigido en esta parte de la ciudad.
Como dato anecdótico diremos que hoy, en los E.E.U.U. hay más de 13 millones de norteamericanos descendientes de irlandeses.
Impresionantes estas estatuas.