¡Atención, no os alarméis, que los hijos no se convierten en tiranos de un día para otro!.
Los padres deben saber lo importante que es poner límites, en las primeras edades de los hijos, porque si no, a medida que van cumpliendo años aumentan sus exigencias y éstas se pueden convertir en un problema de relación paterno filial. Las normas enseñan a los niños a saber renunciar a sus deseos o a postergarlos, entrenándole en la tolerancia a la frustración. El problema surge porque muchos padres tienen dificultad en decir “no” a sus hijos. Y, a fuerza de no negarles nada, se vuelven exigentes, y de ahí a ser tiranos hay sólo un paso. Cuando se educa sin el “no”, los hijos no aprenden a respetar las normas que facilitan la convivencia.
Cuando son pequeños lloran y lo que piden es fácil de proporcionárselo, pero según crecen adquieren habilidades para lo bueno y lo malo: aparecen los gritos, insultos, portazos, arrojar objetos…..Y si no se interviene a tiempo, todas estas actitudes y alguna más van intensificándose.
La consecuencia de no encontrar el equilibrio entre el afecto y la disciplina nos da la clave que indica la posibilidad de que su hijo se convierta en “un tirano”. Y termina haciéndose el dueño de la casa: el decide lo que se ve en la televisión, lo que se come, lo que se hace…., pues todo vale para conseguir lo que quiere.
La Terapeuta familiar, Rocío Ramos, más conocida como Supernanny, en su último libro: “Un extraño en casa, Tiembla….Llegó la adolescencia”, aborda este y otros temas , haciéndonos ver la importancia de los padres en esforzarse por lograr el equilibrio entre afecto y disciplina.
¡Difícil de conseguir!, diréis, pues, sólo exige gestionar el “no” y emplear la autoridad cuando el momento lo requiera.