¡La molécula del amor!

¿Te has visto alguna vez atrapado por Cupido?. Sus flechas son un fiel reflejo de que en esos momentos nos colocamos por encima del resto de los mortales. Sin embargo, la neurociencia nos hace poner los pies en la tierra para recordarnos que todo ese proceso tan poético del “enamoramiento”, está basado en reacciones químicas del organismo.imagen cupido

No debemos olvidar que el cerebro es el órgano sexual de mayor peso y en centro de todo el proceso de enamoramiento. Las sensaciones que se obtienen de una persona sólo pasan a estimular nuestro cerebro como objetos amorosos si cumplen una serie de condiciones. Sólo entonces el hipotálamo ordena a las glándulas suprarrenales la producción de adrenalina y noradrenalina. El corazón late más deprisa, aumenta la tensión arterial, se liberan grasas y azúcares para aumentar la capacidad muscular y se generan más glóbulos rojos con el fin de aumentar la oxigenación.

Sin embargo, la verdadera estrella de la estimulación amorosa es la feniletilamina, una sustancia de la familia de las anfetaminas que actúa agudamente durante los tres primeros meses del proceso de enamoramiento. Durante este tiempo cierra el paso al cerebro de influjos negativos, creando un estado de máxima felicidad. Pasados estos tres meses, la producción de feniletilamina comienza a decrecer y la euforia desaparece. Es el momento en que comenzamos a ver los defectos de la persona amada. Esta es la fase en que se clarifica si la atracción inicial se va a convertir en amor.

Como podéis ver, el romanticismo y el enamoramiento también tienen sus reglas.

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