¡¡¡Hace un día de perros!!!

Cuando hace un día lluvioso y oscuro, solemos comentar que hace «un día de perros». Sin embargo, curiosamente, en su origen, esta expresión era utilizada para todo lo contrario y se pronunciaba cuando hacía calor y sol.

La historia dice que, en la antigua Roma, se consideraba el inicio del período más caluroso del año cuando aparecía en el firmamento, antes de la salida del sol, la estrella Sirio, la más brillante de la constelación Canis Mayor. Como se deduce, a ese grupo de estrellas se les adjudicaba forma de perro. Por Canis, se denominaba a ese lapso canícula, equivalente a nuestro verano. El intenso calor traía problemas de variada índole y así se fue asociando la canícula con un período o un día poco agradable, es decir, un día de perros, más allá de la temperatura.

En cierto momento la expresión cambió su significado y suele usarse cuando hace mal tiempo, especialmente en los días de lluvia y tormenta o incluso cuando se ha tenido un mal día por motivos ajenos a la meteorología.

 

 

 

 

 

 

 

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