Derek Redmond iba para estrella del atletismo. Estaba destinado a convertirse en uno de los mejores velocistas del mundo y tendría su oportunidad en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992. Estaba convencido, preparado. Todo listo. Era su momento.
Este atleta inglés logró ir pasando rondas sin problemas hasta llegar a la gran final. Fue ahí donde empezó a forjarse la leyenda y donde le cambiaría la vida para siempre. La imagen que quedará para siempre en la retina de los espectadores fue la de Derek lesionado corriendo, intentando llegar a la meta, sufriendo como pocos y llorando. Ni corto ni perezoso, el padre de Derek saltó de la grada a la pista de atletismo para acompañar a su hijo a la meta. En un primer momento la intención del padre de Derek era detenerle pero al ver a su hijo decidió acompañarle hasta la meta.
Derek no ganó medalla alguna pero siempre será recordado por esa lucha inigualable por alcanzar la meta a pesar de los obstáculos que en ese momento comenzaban a impedirle la victoria.
Ni que decir tiene que esa misma lesión fue la que obligó a Derick Redmond a retirarse definitivamente del mundo del atletismo. Actualmente se dedica a dar charlas motivacionales.
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Realmente tierna esta historia.
ay qué triste!. qué tierno, se le encoge a uno el corazón. No había oído hablar de esta historia antes 🙁