Efectivamente, la belleza de este pequeño pueblo de Lugo, situado a 1.300 metros de altitud, nos hace retroceder en el tiempo y sentirnos como en la época medieval, transportándonos en estas elevadas cumbres a un mundo mágico.
Sus nobles gentes ofrecen amabilidad y un trato cordial, a pesar de que en la época invernal apenas habitan el pueblo una docena de personas. Sin embargo, los días 8 y 9 de septiembre que se celebra la fiesta de Sta. María la Real y del Santo Milagro, se acercan hasta este enclave más de 50.000 romeros que acuden a pedir favores a la Virgen.
Este pequeño “poblado” adquirió su relevancia en el año 820 a raíz del descubrimiento del sepulcro del Apóstol Santiago. En la actualidad es la entrada de peregrinación del Camino Francés de Santiago.
Pero lo que más llama la atención al viajero, además de la Iglesia de Sta. María la Real, románica del siglo IX, pero rehabilitada en 1962, y la Hospedería fundada por los monjes benedictinos a mediados del siglo IX, son las pallozas un tipo de vivienda característica del hábitat de trazo celta, que se remonta a tiempos anteriores a los romanos.
En la actualidad son 9 las pallozas que se conservan (rehabilitadas), siendo la techumbre lo que más llama la atención al estar hechas de colmo (paja de centeno entrelazada y cosida con retamas que hacen las veces de cuerdas, que atan el tejado).
¡No dejéis de hacer una escapadita! ¡Disfrutaréis de su encanto! Desde Vivefeliz os lo recomendamos enormemente 🙂
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Foto de portada cortesía de Paco Lima