Detrás de este Museo en la Villa El Chocón (Argentina) está la mano de una mujer, Mirta Palandri, que transformó su pasión por los botones y comenzó a coleccionar hasta reunir casi 26.000 unidades. Un Museo que ya existe en Panamá, en Alemania y en el norte de Italia.
Y, como si la colección no bastara para el asombro, recibe a los visitantes con un reloj de pared hecho de botones sobre un bastidor y una bandeja de “chocobotones” para degustar.
Hay una gran variedad de botones, de dos orificios o cuatro, redondos, cuadrados, chatos, tridimensionales, de formas caprichosas, de distintos tamaños, de materiales simples como el plástico, madera, metal o carey, coco, forrados en tela o pasamanería.
Algunos de los botones son antiguos, como por ejemplo los que datan de la primera o de la segunda guerra mundial, y otros más recientes, como los del mundial ‘78, pero también están esos que fueron confeccionados artesanalmente, y de diferentes partes del mundo.
En definitiva, miles de piezas, cada una con su historia. Reunidas por el mundo, buscadas con la pasión del recopilador, u obtenidas por donaciones.