Ahora que se aproxima el verano, os acercamos a un entorno mágico e inigualable; las cataratas del Iguazú.
En el rincón donde confluyen Brasil, Argentina y Paraguay surge IGUAZU; Agua grande en guaraní, una catarata de tres kilómetros que se ubica casi en su totalidad en territorio argentino.
La catarata que, es 4 veces más grande que la del Niágara, son en realidad 275 cascadas juntas, separadas por peñascos e islotes que surgen en la época seca, es decir de Agosto a Octubre. En la temporada de lluvias, de noviembre a marzo, el corazón de Iguazú late con la poderosa frecuencia de 12.750 metros cúbicos de agua por segundo.
Hubo un tiempo en que se llamaron cascadas de Santa María, tal y como las bautizó en 1541 el primer explorador español, Núñez Cabeza de Vaca.
A Iguazú se llega desde Paraguay, Puerto Iguazú (Argentina) y Foz de Guazú (Brasil). Un millón de turistas visitan anualmente la catarata por el lado brasileño y por el argentino medio millón. En ambos países las cataratas ofrecen un parque natural de inigualable belleza, con plantas acuáticas que solo crecen en aguas rápidas y que junto con los ruidos de la selva dejan al espectador aturdido ante los caprichos de la naturaleza.
¿Lo más sobrecogedor? Asomarse al balcón sobre la Garganta del Diablo donde el agua se hunde en el fondo del cañón, como si un océano cayese en su abismo. Los lugareños recomiendan a los visitantes madrugar y no prescindir de una buena caminata aunque sea húmeda.
Otra panorámica sobre las cataratas, sean brasileñas o argentinas, la brinda la isla de San Martín. Decenas de escalones llevan a la cima. Esta isla es otro remanso en su breve playa.
En Iguazú no es necesario hablar. El agua es un puro y constante grito.
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