Holi, es el gran festival del color que todos los años, aproximadamente en marzo (la fecha exacta lo marca la luna llena del mes de Phalguna), viste de fiesta las calles de cada ciudad o pueblo de India y Nepal, y en menor medida, de cualquier lugar donde haya una comunidad hindú, como por ejemplo Sri Lanka.
Los orígenes del Holi se confunden con la leyenda, aunque si nos ceñimos a su explicación práctica lo que se celebra es el final del invierno y la llegada de la temporada de lluvias, esperada con ilusión pues trae el agua necesaria para regar los campos.
Esta alegría se materializa en el Holi en una alegre “guerra” con polvos de colores y agua, caras pintadas, y como siempre, mucha música y bailes. La celebración original consiste esencialmente en lanzarse polvos de colores brillantes y agua coloreada unos a otros, como símbolo de felicidad por la llegada de la primavera, tratando de emular los alegres colores de las flores que nacerán durante la estación venidera. Es un momento mágico, de alegría, diversión, música y danza, pero sobre todo espiritual, ya que, durante la víspera del festival, se encienden hogueras como conmemoración del triunfo del “bien” frente al “mal”.
Durante unos días, el festival cierra la brecha social entre los ricos y pobres, todos son iguales, sin diferencias, para abrazarse y desearse “Feliz Holi” durante unas horas al año.