El graffiti es uno de los cuatro elementos básicos de la cultura hip hop, donde se llama graffo o graffiti a un tipo específico. Es, como ha sido definido, “un escenario de comunicación constante, directa y viva”. El graffiti incluye pintar letreros en las paredes, generalmente sin permiso del dueño del inmueble y escribir el nombre propio en lugares púbicos.
Durante años, el noble arte del graffiti ha estado relegado a los suburbios de las ciudades, pero ahora, en pleno 2014, la pintura mural callejera parece que tiene su lugar dentro del mundo del arte. Si hasta hace poco lo habitual era ver firmas poco elaboradas, ahora aparecen trabajos muy elaborados que combinan diferentes estilos y técnicas.
Hay una serie de graffiteros que se han hecho famosos y que os sonaran los nombres:
Bansky. Es el más famoso del mundo. El primero en conseguir dar la vuelta al concepto clásico del artista de graffiti. Sus intervenciones son de lo más esperadas y cuando algo es pintado por él se revaloriza hasta precios estratosféricos. Además, es de los primeros en tener un representante y en vender sus obras como si fueran cuadros.
Ricardo Cavolo. Es más bien un diseñador gráfico, pero sus intervenciones artísticas en paredes y muros de toda índole nos recuerdan bastante a este noble arte urbano. Colabora con Google y con muchas otras empresas punteras.
Obey. Un clásico que ha conseguido convertirse en un símbolo pop de su época. Camisetas, sudaderas, carpetas….se han inspirado en la obra de este graffitero americano, que se desmarca de sus compañeros y consigue una estética propia retro que se inspira en las vanguardias para sus carteles.
Suso 33. Considerado el graffitero más famoso de España. Su obra se conoce por ser el impulsor del icono conocido como “la plasta” o “mancha de pintura”, una marca de identidad dentro del panorama internacional. Es asesor técnico de Montana (marca de aerosoles líder en el mundo) desde su fundación. Suso 33 es el “Rey del Graffiti“. Se ha labrado una larga trayectoria profesional en los campos del muralismo artístico y la pintura para relevantes instituciones (Teatro Real, Compañía Nacional de Danza, Benetton … etc.). Pero el principal escenario de su arte ha sido y es el mismo desde 1984: la calle.
Llama la atención el caso de Ruben Sánchez, un autodidacta que ha conseguido desarrollar un estilo inconfundible. Mezclando elementos del diseño gráfico y la ilustración con el arte tribal y el cubismo, lleva sus coloridas obras a la calle, marcando la diferencia. Además, se ha atrevido a introducir el graffiti en Dubai, donde pintar en la calle está considerado delito.
Gracias a este tipo de iniciativas, algunos han dejado atrás los prejuicios y han visto que el arte urbano embellece el entorno y que también debe ser considerado un arte, no un delito. Y es que la explosión de color de los graffiteros, alegra el día a cualquiera que pase y las vea.
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Realmente el graffiti es un arte.
Me parecen un gran arte los graffitis.